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Jordan Peterson: “Por qué ya no soy profesor titular en la Universidad de Toronto”.

Foto del escritor: Redacción ForHum ChristiRedacción ForHum Christi

Ofrecemos a continuación la traducción del artículo original escrito por el reconocido Psicólogo canadiense Jordan Peterson, Especial para National Post, publicado el 19 de enero de 2022, en el que da cuenta de su renuncia como profesor titular en la Universidad de Toronto; en particular, de las razones que lo llevaron a tomar tal decisión.

De manera muy sucinta, él sintetiza dichas razones con el acrónimo “DIE”, derivado de las palabras “Diversidad”, “Inclusión” y “Equidad”, antepuestas hoy a todo criterio racional y a todo fundamento real a la hora tanto de elegir a personal verdaderamente calificado y profesional en trabajos clave, como de enfocar la educación, hoy sustituida por procesos ideológicos y de adoctrinamiento para profesores y estudiantes en colegios y universidades. Esto –señala sin ambages– está demoliendo los fundamentos de nuestra civilización.

La espantosa ideología de la diversidad, la inclusión y la equidad está demoliendo la educación y los negocios”.

Veamos la traducción. Buena lectura.

 

Por qué ya no soy profesor titular en la Universidad de Toronto


Por Jordan Peterson, Especial para National Post.


Traducción en versión libre | Redacción ForHum Christi

Recientemente renuncié a mi cargo como profesor titular y de tiempo completo de la Universidad de Toronto (Canadá). Ahora soy profesor emérito, y antes de cumplir sesenta años. Emérito es generalmente una designación reservada para profesores jubilados, aunque referida a aquellos que han cumplido sus labores con cierta distinción. Había imaginado enseñar e investigar en la U. de T. a tiempo completo, hasta que tuvieron que sacar mi esqueleto de mi oficina. Me encantó mi trabajo. Y mis estudiantes, estudiantes universitarios y graduados por igual, estaban positivamente predispuestos hacia mí. Pero esa trayectoria profesional no estaba destinada a serlo así por mucho más tiempo. Hubo varias razones, incluido el hecho de que ahora puedo enseñar en línea a muchas más personas, y con menos interferencia, es decir, con mayor libertad. Pero aquí hay algunas más:


Primero, mis calificados estudiantes de posgrado heterosexuales varones blancos con un alto nivel de entrenamiento y desempeño (y he tenido muchos otros, por cierto) se enfrentan a una situación en la que las posibilidades de que se les ofrezcan puestos de investigación universitaria son insignificantes, a pesar de sus expedientes científicos estelares. Esto se debe en parte a los mandatos de Diversidad, Inclusión y Equidad (mi acrónimo preferido: “DIE"). Estos se han impuesto universalmente en la academia, a pesar del hecho de que los comités de contratación de la universidad ya habían hecho todo lo razonable durante todos los años de mi carrera, y luego algunos, para garantizar que nunca se pasara por alto a ningún candidato calificado de “minoría”. Mis alumnos también son en parte inaceptables precisamente porque son mis alumnos. Soy persona académica non grata, debido a mis inaceptables posiciones filosóficas. Y esto no es solo un inconveniente. Estos hechos hicieron que mi trabajo fuera moralmente insostenible. En conciencia, ¿Cómo puedo admitir a los futuros investigadores y capacitarlos sabiendo que sus perspectivas de empleo son mínimas?


Segunda razón: Este es uno de los muchos problemas de la ideología espantosa que actualmente destruye las universidades y, aguas abajo, la cultura general. Un asunto no menos importante, porque simplemente no hay suficientes personas “BIPOC” calificadas, es decir, en proceso para cumplir con los objetivos de diversidad lo suficientemente rápido (“BIPOC” –por sus iniciales en inglés: «black, indigenous and people of colour»–, negros, indígenas y personas de color, para aquellos de ustedes que aún no están en este “despertar del conocimiento”). Este es un hecho de conocimiento común entre cualquier académico medianamente honesto que haya servido en un comité de contratación durante las últimas tres décadas. Esto significa, en consecuencia, que estamos dispuestos a producir una generación de investigadores no aptos, no calificados para el trabajo. No obstante, ya hemos visto los terribles incidentes de quejas que eso implica en materias “disciplinares”. Eso, combinado con la muerte de las pruebas objetivas, ha comprometido tanto a las universidades que difícilmente se puede exagerar. Y lo que sucede en las universidades acaba coloreándolo todo. Como hemos descubierto.


Todos mis colegas cobardes deben elaborar declaraciones DIE para obtener una beca de investigación. Todos mienten (excepto la minoría de verdaderos creyentes) y enseñan a sus estudiantes a hacer lo mismo. Y lo hacen constantemente, con varias racionalizaciones y justificaciones, corrompiendo aún más lo que ya es una empresa increíblemente corrupta. Algunos de mis colegas incluso se permiten someterse a la llamada capacitación anti-sesgo, llevada a cabo por personal de Recursos Humanos notoriamente no calificado, que de modo superficial y alegre dicta conferencias de manera inane y acusatoria sobre actitudes racistas / sexistas / heterosexistas teóricamente omnipresentes. Dicha “capacitación” es ahora a menudo una condición previa, un requisito indispensable, para ocupar un puesto de profesor en un comité de contratación.


¿Debo señalar que las actitudes implícitas no pueden, por las definiciones generadas por aquellos que las han convertido en un punto central de nuestra cultura, ser transformadas por una formación explícita a corto plazo? Suponiendo que esos sesgos existen de la manera reclamada, y esa es una afirmación muy débil, y estoy hablando científicamente aquí. La prueba de Asociación Implícita, la tan cacareada IAT, que pretende diagnosticar objetivamente el sesgo implícito (es decir, el racismo automático y similares) no es de ninguna manera lo suficientemente poderosa, válida y confiable, para hacer lo que pretende hacer. Dos de los diseñadores originales de esa prueba, Anthony Greenwald y Brian Nosek, lo han dicho públicamente. El tercero, el profesor Mahzarin Banaji de Harvard, sigue siendo recalcitrante. Gran parte de esto se puede atribuir a su agenda política abiertamente izquierdista, así como a su integración dentro de una subdisciplina de la psicología, la psicología social, tan corrupta que negó la existencia del autoritarismo de izquierda durante seis décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Los mismos psicólogos sociales, en términos generales, también consideran casualmente el conservadurismo (bajo la apariencia de “justificación del sistema”) como una forma de psicopatología.


El continuo reconocimiento de Banaji del mal uso de su instrumento de investigación, combinado con el estado de su posición en Harvard, es una de las principales razones por las que todavía sufrimos bajo el yugo DIE, con su efecto funesto en lo que una vez fue lo más cerca que habíamos estado de una selección verdaderamente meritoria. Hay buenas razones para suponer que la erradicación de las pruebas objetivas motivadas por DIE, como el GRE para la admisión a la escuela de posgrado, tendrá efectos perjudiciales en la capacidad de los estudiantes así seleccionados para dominar temas como la estadística de la que todas las ciencias sociales (y la medicina, para el caso) dependen completamente para su validez.


Además, las juntas de acreditación para programas de capacitación en psicología clínica de posgrado en Canadá ahora planean negarse a acreditar programas clínicos universitarios a menos que tengan una orientación de “justicia social”. Eso, combinado con algunos cambios legislativos recientes en Canadá, afirmando prohibir la llamada “terapia de conversión” (pero realmente haciendo que sea extremadamente arriesgado para los médicos hacer cualquier cosa que no sea estar siempre de acuerdo y sobre todo con sus clientes) probablemente ha condenado la práctica de la psicología clínica, que siempre dependió completamente de la confianza y la privacidad. Movimientos similares están en marcha en otras disciplinas profesionales, como la medicina y el derecho. Y si usted aún no cree que los psicólogos, abogados y otros profesionales estén más que aterrorizados por sus ahora “despiertos” –políticamente correctos– colegios profesionales gobernantes, en detrimento extremo de todos, simplemente no entiende hasta dónde ha llegado todo esto.


¿Qué es exactamente lo que se supone que debo hacer cuando me encuentro con un estudiante graduado o un joven profesor, contratado en los terrenos, es decir, con base en los “criterios” de la DIE? ¿Manifestar escepticismo instantáneo con respecto a su capacidad profesional? Qué bofetada en la cara a un joven forastero verdaderamente meritorio. Y tal vez ese sea el punto. La ideología DIE no es amiga de la paz y la tolerancia. Es absoluta y completamente el enemigo de la competencia y la justicia.


Y para aquellos de ustedes que piensan que estoy exagerando el caso, o que esto es algo limitado en algún sentido trivial a las universidades, consideren algunos otros ejemplos: este informe de Hollywood, un semillero cliché de sentimiento “liberal”, por ejemplo, indica hasta dónde ha llegado esto. En 2020, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (la gente de los Oscar) se embarcó en un plan de cinco años (¿acaso no suena eso como alguna campanada histórica?) “para diversificar nuestra organización y ampliar nuestra definición de los mejores”, lo hicieron en un intento que incluyó el desarrollo de “nuevos estándares de representación e inclusión para los Oscar”, para, hipotéticamente, “reflejar mejor la diversidad de la audiencia que va al cine”. ¿Qué fruto ha dado esta iniciativa, descendiente de la ideología DIE? Según un artículo reciente, escrito por Peter Kiefer y Peter Savodnik, pero publicado en el sitio web Common Sense del ex periodista del NY Times Bari Weiss (y Weiss dejó el Times, debido a la intrusión de la ideología de izquierda radical en ese periódico, tal como lo hizo Tara Henley recientemente, vis a vis en la CBC): “Hablamos con más de 25 escritores, directores y productores, todos los cuales se identifican como liberales, y todos los cuales describieron un miedo generalizado a entrar en conflicto con el nuevo dogma... ¿Cómo sobrevivir a la revolución? Convirtiéndose en su más ferviente partidario… Esa fue la manera. De repente, cada conversación con cada agente o jefe de contenido, comenzaba con la pregunta: ¿Cuál es el BIPOC más relacionado a esto?”.


Y esto está en todas partes, y si no lo ves, tu cabeza está en la arena o empujada a algún lugar mucho más innombrable. CBS, por ejemplo, ha ordenado literalmente que cada sala de escritores sea al menos 40 por ciento BIPOC en 2021 (50 por ciento en 2022).


Ahora estamos en el punto en el que la raza, la etnia, el “género” o la preferencia sexual son, en primer lugar, aceptados como la característica fundamental que define a cada persona (tal como esperaban los izquierdistas radicales) y, en segundo lugar, ahora se trata como la calificación más importante para el estudio, la investigación y el empleo.


¿Necesito señalar que esto es una locura? Incluso el despreciado New York Times tiene sus dudas. Un titular del 11 de agosto de 2021: ¿Los programas de diversidad en el lugar de trabajo están haciendo más daño que bien? En una palabra, sí. ¿Cómo puede acusar a sus empleados de racismo, etc., como para requerir una nueva capacitación (particularmente en relación con aquellos que están trabajando de buena fe para superar cualquier sesgo que puedan manifestar, en estos tiempos modernos y liberales) sin que esto resulte ser algo más que insultante, molesto, invasivo, prepotente, moralizante, inapropiado, mal considerado, contraproducente y de otra manera injustificable?


Y si crees que DIE es malo, espera hasta que obtengas una carga de puntajes Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG). Pretendiendo evaluar la responsabilidad moral corporativa, estos puntajes, que pueden afectar dramáticamente la viabilidad financiera de una empresa, son nada menos que el equivalente del maldito sistema de crédito social de China, aplicado al mundo empresarial y financiero. Directores Ejecutivos: ¿qué hay en el mundo? ¿Qué les pasa? Algo anda mal con ustedes. ¿No pueden ver que los ideólogos que impulsan tales tonterías espantosas están impulsados por una agenda que no solo es absolutamente antitética a su empresa de libre mercado, como tal, sino que apunta precisamente a las libertades que hicieron posible su éxito? ¿No pueden ver que, al ir de la mano, como ovejas (tal como lo están haciendo los profesores; tal como lo están haciendo los artistas y escritores) están generando una verdadera quinta columna dentro de sus negocios? ¿Son ustedes realmente tan ciegos, acomodados y cobardes, con todo y sus supuestos privilegios?


Y no son solo las universidades. Y los colegios profesionales. Y Hollywood. Y el mundo corporativo. Diversidad, Inclusión y Equidad, esa Trinidad izquierdista radical, nos está destruyendo. ¿Te preguntas sobre la división que actualmente nos está acosando? No busques más allá de la DIE. ¿Te preguntas, más específicamente, sobre el atractivo de Trump? No busques más allá de la DIE. ¿Cuándo va la izquierda demasiado lejos? Cuando adoran en el altar de DIE, e insisten en que el resto de nosotros, que en su mayoría queremos que nos dejen solos, también lo hagamos. Ya basta. Es suficiente.


Finalmente, ¿sabes que el propio Vladimir Putin está capitalizando esta locura que se presume como de “conciencia despierta”? Anna Mahjar-Barducci en MEMRI.org cubrió su reciente discurso. Cito de la traducción del artículo:


“Los defensores del llamado ‘progreso social’ creen que están introduciendo a la humanidad en algún tipo de conciencia nueva y mejor. Dios acelere, levante las banderas, como decimos, adelante. Lo único que quiero decir ahora es que sus recetas no son nuevas en absoluto. Puede ser una sorpresa para algunas personas, pero Rusia esto ya ha estado allí. Después de la revolución de 1917, los bolcheviques, basándose en los dogmas de Marx y Engels, también dijeron que cambiarían las formas y costumbres existentes, y no solo las políticas y económicas, sino la noción misma de moralidad humana y los fundamentos de una sociedad sana. La destrucción de los valores ancestrales, la religión y las relaciones entre las personas, hasta e incluyendo el rechazo total de la familia (también lo teníamos nosotros), el estímulo para informar sobre los seres queridos, todo esto se proclamó progreso y, por cierto, fue ampliamente apoyado en todo el mundo en ese entonces y estaba bastante de moda, igual que hoy. Por cierto, los bolcheviques eran absolutamente intolerantes con opiniones distintas a las suyas”.


“Esto, creo, debería recordar algo de lo que estamos presenciando ahora. Al observar lo que está sucediendo en varios países occidentales, nos sorprende ver las prácticas internas —que, afortunadamente, hemos dejado, espero— en un pasado lejano. La lucha por la igualdad y contra la discriminación se ha convertido en un dogmatismo agresivo rayano en el absurdo, cuando las obras de los grandes autores del pasado —como Shakespeare— ya no se enseñan en escuelas o universidades, porque se cree que sus ideas están atrasadas. Los clásicos son declarados atrasados e ignorantes de la importancia del género o la raza. En Hollywood, se distribuyen memorandos sobre la narración adecuada y cuántos personajes de qué color o género deben haber en una película. Esto es incluso peor que el departamento de agitación propio del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética”.


Esto, desde el jefe de la antigua empresa totalitaria, contra la que luchamos una Guerra Fría de cinco décadas de duración, arriesgando todo el planeta (de una manera muy real). Esto, desde la cabeza de un país dividido de manera literalmente genocida por ideas que el propio Putin atribuye a los progresistas en Occidente, a la audiencia generalmente acepta de sus oyentes una vez quemados (una vez (!)) dos veces tímidos.


Y todos ustedes que están de acuerdo con los activistas de DIE, sean cuales sean sus razones: esto depende de ustedes. Profesores. Encogidos cobardemente en simulación y silencio. Enseñando a sus estudiantes a disimular y mentir, para llevarse bien, a medida que las paredes se desmoronan. Por vergüenza. Directores Ejecutivos: señalando una virtud que no poseen y que no deberían querer complacer a una minoría que literalmente vive sus vidas por disgusto. Ustedes son capitalistas malvados, después de todo, y deberían estar orgullosos de ello. Por el momento, no puedo decir si son más reprensiblemente tímidos incluso que los profesores. ¿Por qué demonios no destierran a los advenedizos de DIE de recursos humanos a los departamentos de personal más apropiadamente nombrados, evitan que interfieran con las psiques de ustedes y las de sus empleados, y terminan con eso? Músicos, artistas, escritores: dejen de doblegar su arte sagrado y meritorio a las demandas de los propagandistas antes de traicionar fatalmente el espíritu de su propia intuición. Deja de censurar tu pensamiento. Deja de decir que contratarás para tus producciones orquestales y teatrales por cualquier motivo que no sea talento y excelencia. Eso es todo lo que tienes. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros tiene.


El que siembra el viento cosechará el torbellino. Y el viento está subiendo.


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