top of page

Suscríbete!!

Telegram-Logo.png

Comparte!!

Caminando hacia el Desierto: ¡El Aviso de Garabandal! - Parte I (El Aviso)

Foto del escritor: Airton VieiraAirton Vieira


 

Por Airton Vieira*


(...) sólo en Dios y sólo desde Dios el hombre conoce verdaderamente al hombre. Un autoconocimiento que confina al hombre a lo empírico e inteligible no encuentra en modo alguno la profundidad propia del hombre. El hombre sólo se conoce a sí mismo si aprende a comprenderse a sí mismo a partir de Dios, y sólo conoce al otro si ve en él el misterio de Dios.
(Benedicto XVI)

Un preámbulo importante


Tómese su tiempo, por su propio bien. No lea este artículo a través de la lente y el ritmo de la información. Guárdelo, para que no tenga que leerlo de un tirón, ya que tendrá, si Dios quiere, todo un desierto de Cuaresma para volver a él una y otra vez, consciente de que su importancia no reside en el autor, ni en los sitios que lo reproducen: es el tema en sí mismo, y en este exacto punto de inflexión histórica, lo que importa.


Por eso espero que su idea central, o incluso las secundarias, puedan ser más y mejor desarrolladas por personas más competentes en el campo teológico, filosófico, literario, psicológico o cualquier otro. Lamento tener que hablar de algo tan magnífico y ardiente, pese a la ineptitud, a pesar de que me alienta la idea de la posibilidad de que estas líneas se conviertan en semillas con el potencial de un árbol, que en algún momento sirva a algunos como un refugio. Empezando por mí, en quien el asombro va de la mano con su escritura.


Dos aclaraciones necesarias


Aunque este artículo se cubre con vestiduras católicas, su contenido está destinado a todos. De todos los pueblos, credos, colores, condiciones y edades. Si dentro de cada uno hay un “germen de bien”, algo de buena voluntad, entonces se verá que estas líneas son para ti. Sí, para ti, en el singular y en el sentido más “individual e intransferible” del término.


Y para quienes no estén familiarizados con los términos y temas aquí tratados, sugiero profundizarlos concomitantemente con la lectura, según las posibilidades de cada uno. De ello dependerá el mayor o menor aprovechamiento de su contenido.


El Aviso


Comencemos por el Aviso, un acontecimiento de proporciones globales que es constante en la narración de las apariciones de la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen en la pequeña aldea cántabro-santanderiana de San Sebastián de Garabandal, España, entre los años 1961 a 65, a cuatro niñas semi alfabetizadas. Si bien aún no han sido definitivamente aprobadas por la Iglesia, tampoco han sido condenadas [1]. Y teniendo en cuenta los hechos recientes, estos las hacen más creíbles y confirman lo predicho en vez de desprestigiarlas.


En el libro “Madre de Dios y Madre nuestra” [2], al introducir el tema del Aviso, el autor nos recuerda antes una reflexión del Papa Benedicto XVI sobre el episodio de Sodoma y Gomorra (Génesis 19) que nos es de gran utilidad (énfasis añadido):


Es necesaria una transformación desde el interior... un comienzo desde el cual cambiar el mal en bien, el odio en amor, la venganza en perdón. Por eso los justos tendrían que estar dentro de la ciudad, y Abraham repite continuamente: “Quizás allí se encuentren...”. “Allí” es dentro de la realidad enferma donde debe estar esa semilla de bien, que puede restaurar y devolver a la vida (pp. 200-201).

Destaco dos aspectos de esta reflexión: que la transformación empieza (o debería empezar siempre) del interior, desde dentro; y que basta un “germen de bien”, una parte sana aún no gangrenada, en nosotros y de nosotros a la sociedad (“ciudad”) para que haya resurrección, vida nueva (cf. Juan 3, 5), especialmente en momentos de decadencia de la civilización como en el presente. Con eso podemos quedarnos aquí, por ahora, para dirigirnos al punto central. Volveré sobre ellos en la parte III.


Inmediatamente después de la cita del Papa, tenemos la descripción de este fenómeno de proporciones literalmente universales, en primer lugar por parte de los videntes protagonistas (id):


Aunque seguíamos viendo a la Virgen -en la ‘noche de los gritos’-, también comenzamos a ver una gran multitud de personas, que sufrían mucho y gritaban con la mayor angustia... La Santísima Virgen explicó que esa gran la tribulación -que aún no será el Castigo- vendría porque llegaría un momento en que la Iglesia daría la impresión de estar a punto de perecer...; Pasaría por una prueba terrible. Le preguntamos a la Virgen cómo se llamaría esa prueba y nos dijo ‘comunismo’ (pág. 202).

Lo que leemos arriba, junto con otras citas del texto, nos permite sacar algunas conclusiones. Primero, que el sufrimiento y la angustia son características inherentes al Aviso; que después de éste, vendrá, en el espacio de un año, un Milagro, y luego - en un tiempo indefinido - un Castigo, este último también de proporciones planetarias y de mayor magnitud, consecuencia de la negligencia hacia el primero (cuyo principal objetivo es preparar cuerpos, almas y espíritus al Milagro, “el más grande desde la Resurrección de Cristo”) y el segundo. Como si la ciudad de Nínive no hiciera caso de la advertencia del profeta Jonás (cf. Jn 3) y mereciera así el castigo anunciado; que lo primero sigue a una pérdida generalizada de la fe católica, naturalmente con repercusiones en el tejido social, y esto en gran parte provocado por el comunismo (que en otro lugar de estas apariciones se dice –¡en los años 60 del siglo pasado!– que renacería, confirmando las apariciones -aprobadas- de Nuestra Señora en Fátima, Portugal, en 1917, a tres pastorcitos [3]).


Las siguientes son las características clave de este Aviso, proporcionadas por el autor con base en información y estudios posteriores (id):


Se trata de un evento cósmico que será visto y sentido en todo el mundo. Al mismo tiempo, en un instante, todos los hombres de la tierra verán el estado de sus propias almas, como Dios las ve. Un acontecimiento de gran purificación, pero fruto de la Misericordia divina (pág. 204).

Y de nuevo por las videntes, en particular Conchita González, la más destacada:

Este fenómeno no nos causará daño físico, pero sí nos asustará porque en ese preciso momento veremos nuestra alma y el daño que hemos hecho... Será como si agonizáramos, pero no moriremos por sus efectos, aunque podemos morir del miedo o de la impresión de vernos a nosotros mismos (pág. 205).

Mientras pensaba en estas cosas, varias imágenes vinieron a mi mente a un ritmo acelerado y multifacético, como en un caleidoscopio movido por manos de niños.


Hay un dicho muy conocido donde escuchamos que “el corazón del hombre es una tierra que nadie pisa”, tan misterioso, insondable e imprevisto como es. Tanto más aplicable al hombre cada vez más atado a un “conocerse a sí mismo que confina al hombre a lo empírico e inteligible”, alejándolo del Creador, único capaz de conferir a la criatura este “conocerse a sí mismo y aprender a comprenderse a sí mismo”.


Casi inmediatamente vi que esto tiene su prueba en un pasaje que he llegado a considerar como el más aterrador de toda la Sagrada Escritura, superando los relatos del Diluvio, la Torre de Babel, Sodoma y Gomorra, el Mar Rojo, la destrucción de los templos, de Jerusalén, e incluso la del fin de los tiempos (Parusía o Segunda Venida de Cristo e incluso Juicio de las Naciones) y del fin de los tiempos (Fin del mundo o Juicio Final/Universal). ¡Y lo más abrumador fue ver que parece tener una relación cercana e inseparable con el Aviso!


Lo encontramos en el Evangelio de San Juan, en su capítulo 2, versículos 23 al 26:

“Y estando él en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, porque no necesitaba que nadie le diera testimonio, porque él sabía por sí mismo lo que había en el hombre”.

Esta verdad atraviesa toda la Escritura. Como ejemplo, ya lo hemos visto en el libro del Génesis (capítulo 3, versículos 9 y 10) por la reacción de Adán después de la Caída: “Y llamó el Señor Dios a Adán, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Oí tu voz en el paraíso, y tuve miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. Lo cual se justifica, como dice san Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 10, “(...) porque el Espíritu todo lo penetra, hasta lo más profundo de Dios”. Y la Carta a los Hebreos (capítulo 4, versículos 12 y 13), en sí misma una condensación del Salmo 138[9], lo amplía y concluye: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos; y llega a la separación del alma y el espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay criatura invisible en su presencia, sino que TODAS LAS COSAS ESTÁN DESNUDAS Y DESCUBIERTAS A LOS OJOS DE AQUEL DE QUIEN HABLAMOS”.


No será fácil inferir algo del abismo que esto encierra, a decir verdad es imposible. Si al menos podemos alcanzar, por Su bondad y compasión, algunas migajas de la mesa del Señor (cf. Mt 15, 21-28) con las que ofrecer a todos los que lean estas líneas, seguiré, también yo, insistiendo con el Maestro.


La satánica y curiosa soberbia de Adán [4], responsable de llevarlo a la desobediencia, hace que se perciba a sí mismo como “desnudo”; ahora, en posesión del “conocimiento del bien y del mal”, ve que ha hecho el mal. Es consciente de la omnisciencia y omnipotencia del Creador, que mucho exigirá de quien mucho recibió, incluso, gracias a su voluntad imrrefrenable, más allá del límite estipulado. Luego, patética e inútilmente, por “miedo”, se “esconde”. Si, en lugar de miedo, el sentimiento fuese de tristeza por el Amor afligido, quizás no sería necesario ocultar/tapar la desnudez, sino sentarse a llorar, humilde, como su descendencia marginada (Cf. Sal. 136[7] ], 1.), a la espera de la Omnipresencia ya revelada. Más adelante, en una especie de respuesta retroactiva a Adán, el mismo salmista dirá: “¿Adónde iré para escapar de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? (Sal 138[9], 7).


En Jesús se hace aún más evidente la patética e inútil pretensión del hombre de “huir” o “esconderse” de Dios bajo cualquier pretexto, como vemos en el Evangelio (Lc 23, 30) y el Apocalipsis (Ap 6, 16). Esto, vale la pena recordarlo, simplemente porque Jesús sabe “por sí mismo lo que (hay) en el (corazón) del hombre”, pues “el Espíritu lo penetra todo”, y por tanto “no hay ninguna criatura invisible en su presencia”. La misma oscuridad es clara como la luz del día para sus ojos.


Hoy, más que en ningún otro momento, circulan por las diversas esferas, bajo el mantra tropicalista, está prohibido prohibir (!), el discurso unificado programado en defensa de las “libertades”, políticas, socioeconómicas, de culto, expresión, “preferencias sexuales”, etc., entendidas en su sentido gnóstico de un supuesto bien absoluto que es así elevado al podio de las jerarquías. Al respecto, el entonces cardenal Ratzinger (futuro Benedicto XVI), al hablar del Carnaval y su exigencia de “libertad ilimitada”, se preguntaba: “¿Seguimos en posesión de esta libertad? ¿O queremos ser libres de Dios, de la creación y de la fe, para ser completamente libres? ¿Y no significa eso que una vez más nos estamos entregando a los dioses, las fuerzas del dinero, la codicia y la opinión pública?”.


La “libertad ilimitada”, excusa para la huida y el ocultamiento del Amor, como preveía el ruso Dostoievski (Demonios), conduce necesariamente al “despotismo ilimitado”, ya que dispone el espíritu y el alma al mismo estado de desnudez que el cuerpo, la desnudez es, de hecho, un reflejo de los anteriores. Al desnudar la conciencia del bien y (re)vestirla del mal, la desnudez humana se expande, tomando contornos impensables, aunque lejos de representar una liberación, porque “quien peca es esclavo del pecado” (Jn 8, 34); y todo esclavo, por definición, tiene un amo, y no solo en el plano espiritual: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que se buscarán maestros conforme a sus deseos, a causa del deseo de oír lo que les gusta. Y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4, 3-4).


Con lo que llegamos al nivel del pecado mortal, estado de ánimo libre y espontáneamente incoado en el mal, que anestesia, adormece y atrofia el intelecto para que no tenga que reconocer su propia desnudez y llorar humildemente sobre ella, haciendo así al hombre capaz de volver a la casa del padre (cf. Lc 15,11-32). No es, por tanto, una mera casualidad que veamos a personas en actos sexuales públicos y a plena luz del día, como hacen los animales. Consistentemente, tienden a considerar y nombrar sus relaciones íntimas (?!) como “sexo animal”. No tardamos en tener abominaciones y desórdenes como el bestialismo o la objetofilia aprobadas por la vía legal bajo la égida de las libertades.


Y aquí radica el peligro del pelagianismo actual [5], tan camuflado en los círculos cristianos.


El animal irracional no tiene espíritu, sólo cuerpo y alma [6]. Cuando muere, se acaba, deja de existir, como las plantas con su alma vegetal. El hombre, como hemos visto, tiene, además de cuerpo y alma, espíritu (spiritus, pneuma, ruah), ya que, a diferencia de los demás, recibió el “soplo” divino, haciéndolo “imagen y semejanza”, del que Jesús Cristo es el prototipo desde toda la eternidad.


Naturalmente, al huir y esconderse del Creador, en vez de conocerse, aprehender, comprender (Benedicto XVI), el hombre acaba anulando, por inanición, el espíritu encargado de elevarlo a su condición ontológica de “poco inferior a los ángeles”. (Benedicto XVI) cf. Sal 8, 5), reduciéndolo a la condición de animal, vegetal o incluso mineral, incapaz de comprenderse a sí mismo en absoluto. Lo que sucederá a la inversa de lo que Cristo opera en una Misa, donde la hostia y el vino válidamente consagrados se convierten en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad [7]. Porque Dios, en un acto de amor incomprensible e insuperable, no satisfecho con hacerse hombre (animal), “se rebaja a la condición” de vegetal y mineral (basta pensar de qué están compuestos la hostia y el vino), sino elevar al hombre a su condición divina (theosis).


Desde hace tiempo asistimos a un encomiable movimiento de recuperación de valores, especialmente a través del cultivo del intelecto mediante una reeducación de mentes y costumbres, aunque concomitante con un, por así decirlo, torrente de técnicas y métodos de “automejoramiento intelectual”. Es claro, por tanto, que una capa de la sociedad, ya cansada de tanta “materia”, comienza a volverse hacia el “alma”, para devolverle su estatus racional, de verdadero homo sapiens.


Pero allí, también, un neopelagianismo creciente y peligroso es ya evidente en el énfasis que pone en el alma en detrimento del espíritu, en el inteligere en lugar de sapientiae, y que parece reflejarse, por ejemplo, en el orgullo democrático republicano de unos, o monárquico de otros, entendido como salvación de una caótica cosecha al borde de su desenlace esjatológico. En este sentido, conviene recordar la advertencia del Santo Padre sobre un “conocerse a sí mismo que confina al hombre a lo empírico e inteligible”, haciéndole no encontrar “de ninguna manera la profundidad propia del hombre”, que “sólo en Dios y sólo a partir de Dios” podemos lograr.


Todo esto nos permite comprender mejor por qué, cuando venga el Aviso, y no haya “nada oculto que no haya de ser revelado” (Mc 4, 22), nos encontramos así ante “nuestras almas y el daño que hemos hecho... Será como si estuviéramos en agonía”, hasta el punto de incluso “morir del miedo o de la impresión de vernos a nosotros mismos”[8].


La sabiduría (espiritual), que ilumina la inteligencia (del alma) para mover el cuerpo (material), en respeto y armonía con el orden divino, nos dice el libro de los Proverbios (9, 10), tiene su principio en el “temor del Señor”. Y es la llave de la santidad, el único camino para escapar de los mayores errores y desafíos a los que jamás se ha enfrentado la humanidad, destinados a este fin de los tiempos (cf. Mt 24, 21), y que ya han comenzado.


La Cuaresma es el tiempo propicio para ello, es necesario ir... hacia el desierto.


¡Santa Cuaresma para todos!



...continúa
 

* Responsable del blog Katejon. Traductor de “El fin de los tiempos y siete autores modernos”, del P. Alfredo Sáenz, S.J, “Madre de Dios y Madre nuestra” y “Garabandal: ¡ha llegado la hora!”, de Santiago Lanús, entre otros. Hijo de Dios y soldado de Cristo.

 
  1. Para más información sobre revelaciones privadas, incluidas las apariciones marianas, véase: Juan Pablo II se aparece a una monja de clausura.

  2. LANÚS, Santiago. Madre de Dios y Madre nuestra - Fátima, Ámsterdam y Garabandal. São Paulo: Ed. Inmaculada, 2020. 336 p.

  3. Pocos saben que la Virgen María, al despedirse de los niños después de la última aparición pública, cuando se produjo el “milagro del sol”, visto por más de 70 mil personas entre católicos y no católicos (13 de octubre de 1.917), dijo a ellos: “Hasta San Sebastián de España” (cf. LANÚS, op. cit., p. 254, nota 244).

  4. Ver: O. Fedeli, “El pecado de Adán”, en: <https://www.youtube.com/watch?v=Bhnv1RkW4n8>

  5. Del monje bretón Pelagio (± 350-423). Herejía combatida primero y especialmente por San Agustín. Consiste en que el hombre prácticamente no quiere valerse de la gracia divina para su salvación, creyendo que puede obtenerla sólo a base de sus esfuerzos. Así, piensa y cree que todo lo que obtiene, lo hace sólo por sus atributos que, olvida, también le fueron dados, como la vida misma con sus talentos y habilidades.

  6. Algunos, siguiendo a los grandes maestros y doctores de nuestra fe, e incluso fuera de ella, prefieren los términos alma racional o intelectual, para el alma propiamente dicha, y ​​alma espiritual para el espíritu. Preferimos seguir, como otros maestros y doctores, la distinción anterior, que parece mejor traducir pasajes como los de la Carta a los Hebreos (4, 12) cuando se habla de: “separación de alma y espíritu” (Latín: “ad divisionem animae ac spiritus”; Griego: “μερισμοῦ ψυχῆς καὶ πνεύματο”; Hebreo: “AD-LËHAVËDYL BEYN-HANEFESH UVEYN HÅRUACH BEYN”. O del mismo Evangelio (Lc 1, 46-47): “Mi alma glorifica al Señor , y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador” (Latín: “Magníficat Anima Mea Dominum, Et ExtultaVit Spiritus My in deo Salutare Meo”; Griego: “Καὶ εἶπεν Μαριάμ Μεγαλύνει ἡ ψυχή (psiqué) μου τὸν Κύριον, καὶ ἠγαλλίασεν τὸ πνεῦμά (pneuma) μου ἐπὶ τῷ Θεῷ τῷ Σωτῆρί μου”, y hebreo: “VATOMER MIRËYÅM ROMAMÅH NAFËSHY ET-YËHOVÅH: VATÅGEL RUCHY BELOHEY YSHËY”.

  7. Cf. Jo 6, 48-58; Mt 26, 26-28; 1 Cor 11, 24-28.

  8. Para situarnos mejor en cuanto a la realización de este evento, Conchita González nos hizo tres “preavisos” inminentemente previos al mismo: a) la celebración de un (extraño) Sínodo en la Iglesia; b) la reanudación del comunismo en el mundo de manera oficial y c) la visita de un Papa a Moscú (cosa que no ocurría desde el cisma de Oriente en 1054), tras lo cual el Vaticano será invadido sin que el Papa pueda regresar (ver respuesta de Madre Nieves a Santiago Lanús).

Entradas recientes

Ver todo

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
nequi-logo-58FBE82BA6-seeklogo.com.png
580b57fcd9996e24bc43c530.png

Cuenta #:
313 653 9418

Donaciones

Cada aporte contribuye a la Formación de
Personas comprometidas
con la Verdad
.
¡Gracias! 
ForHum Christi.

PayPal ButtonPayPal Button

Donación 10 (USD)

580b57fcd9996e24bc43c530.png

Donación con monto voluntario (USD)

ForHum Christi es un Centro de Estudios y de Pensamiento, de Formación, de Opinión y de Divulgación, así como de Emprendimiento, cuyo objeto de estudio es la Persona Humana considerada en su Integralidad, en su Naturaleza y Finalidad.

Black on Transparent.png
Telegram-Logo.png
  • GETTR
  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn
  • YouTube

Contacto:

Whatsapp

+57  315 887 0529

WhatsApp.svg.png

© 2.022 - ForHum Christi.

Todos los Derechos Reservados.

bottom of page