Hasta hace poco –durante un período de tiempo que coincidió con la campaña electoral de Colombia– hubo un auténtico apogeo del “Rosario de Hombres”, una iniciativa que desde Polonia y otras naciones de Europa del Este y del Centro recorrió el mundo hasta el Occidente Americano, y luego de Norte a Sur, desde Canadá y los Estados Unidos hasta los países suramericanos.
El fenómeno se caracterizó por la presencia de ingentes escuadrones de hombres quienes, en largas filas y perfecta formación, hincados, de rodillas sobre el suelo asfaltado o de piedra, recitaban fervorosamente y con un orden ejemplar el Santo Rosario, clamando especialmente por la paz.
No obstante, y con el paradójico resultado electoral colombiano, la iniciativa parece haberse “adormecido” –al menos públicamente– restringiéndose a círculos más selectos y virtuales. Prevalecen el Rosario Público por Colombia, liderado por el Centro Cultural Cruzada en distintas ciudades del país, y la actividad propia de los grupos de oración, quienes mantienen una vigilia constante que consiste en la Santa Misa diaria, el Santo Rosario y otras devociones como la Coronilla de la Divina Misericordia, así como los ayunos, penitencias y ofrecimientos.
Ahora bien: ¿Para qué todo esto? Fundamentalmente, para que Dios libre a nuestras naciones de los flagelos de la guerra y de las pestes, y de los totalitarismos ideológicos como el comunismo y la ideología de género, que conculcan derechos y corrompen costumbres, respectivamente.
Pero dos hechos llaman la atención en particular: el primero, que sea recitado por hombres; el segundo, que se haga de rodillas. Adentrémonos un poco en lo significativo de estos hechos, abiertamente “contraculturales”.
Un “Rosario de Hombres” es una iniciativa y una actividad masculina, que llama la atención precisamente en una época y un contexto en los que imperan la denigración y persecución de todo lo que represente virilidad, masculinidad y hombría. Que sea un “Rosario”, es decir, una actividad religiosa, con carácter público, y que se haga de rodillas, resulta particularmente llamativo en una etapa de la historia en la que el Nombre de Dios y su figura Paterna han sido denostados hasta el extremo de que ha sido a Éste a quien se le ha querido poner de rodillas ante un ser humano endiosado, que se proclama a sí mismo autor, fuente y referente de “su” propia verdad.
Pero los hechos tienen una raíz y una significación todavía mucho más profundas, que conviene explorar. Veamos en principio un breve texto, que se suele citar en estos contextos de crisis:
«...si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca». 2 Crónicas 7, 14
Quienes suelen citar este pasaje, lo hacen centrándose en el hecho de humillarse y clamar a Dios, para obtener Su Perdón y Bendición. Pero el hecho central estriba en la Conversión: “…y se convierte de sus malos caminos”. La condición fundamental es la conversión.
Aunque hay algunos detalles adicionales, relevantes y esenciales. En primer lugar, el Señor pide la conversión de “Su Pueblo”, el que lleva Su Nombre. Para ello deben humillarse y suplicar, buscar Su Rostro y convertirse de sus malos caminos. Si así lo hacen, entonces: «yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca». El país es TODO EL PUEBLO, es decir, toda la Nación y todo el territorio.
¿Cuál es la condición para obtener la plenitud de la bendición? No es sólo la conversión, sino que lo haga en primera instancia a través de sus autoridades, de sus cabezas: el Rey y los Sacerdotes. Esa responsabilidad recae sobre hombres. Por ello, al retomar hoy este pasaje y ponerlo en relación con el “Rosario de Hombres”, no se trata nada más de un acto “religioso”, piadoso o de fe, sino de BUSCAR EL ROSTRO DE DIOS, Su LUZ, esto es, La Verdad, el auténtico Orden Humano, que procede del respeto al Orden Sagrado.
Y es tanto más meritorio en cuanto el Hombre, instituido como Cabeza, es decir, como responsable ante Dios de su casa, esto es, de su familia y de su prole en la instauración de un Orden Humano y Social, podrá obtener de Dios “el restablecimiento del país”: del Derecho, de la Justicia y de la Paz.
El llamado de atención y la Promesa tienen lugar justamente en el contexto de la Dedicación del Templo, del Lugar Santo destinado para Adorar y Honrar a Dios, para Buscar Su Rostro, es decir, para conocer y obedecer Su Voluntad expresada a través de Los Diez Mandamientos, y preservar así un Orden Justo, de Bendición, y un lugar privilegiado entre todas las naciones de la Tierra.
De hecho, la secuencia narrativa se enlaza en correspondencia con otros textos del Libro de los Reyes, que ratifican dicho contexto y la Sacralidad de dicha Alianza. Hoy, esta misma alianza se ratifica de modo Sacramental a través de “La Alianza Nueva y Eterna”, sellada con la Sangre del Cordero, y vigente en la celebración de la Sagrada Eucaristía.
Porque si la madurez consiste en dar a cada cosa la importancia que tiene –comenzando por sí mismo y los compromisos adquiridos–, ello deriva de ser justo, de la Virtud Cardinal de la Justicia, que consiste en dar a cada quien lo que le corresponde. Y al primero que se debe mirar para ello es al mismo Dios y retornarle Lo Suyo, de modo que al tratar santamente las cosas santas –las realidades sagradas– se cumpla Su Designio:
“porque los que guarden santamente las cosas santas, serán reconocidos santos, y los que se dejen instruir en ellas, encontrarán defensa”. Sabiduría 6, 10.
De manera que al recordar estos hechos, estamos señalando el carácter de renovación de una Alianza Sagrada, de plenitud de Obediencia y de Conversión al “Rostro del Señor”, es decir, a la Verdad y a la Luz. Y lo hacemos en nuestra condición de Hombres, de Cabeza y, como tal, de responsables ante Dios por la educación de nuestros hijos, por el Orden, el Futuro y la Prosperidad de nuestra Nación.
Así, más que a un “Rosario de Hombres”, a lo que asistimos es a un acto de Obediencia (Del Latín “Ob audire”, estar bajo escucha), de acatamiento genuino de la Voluntad del Padre en compañía y bajo el ejemplo de obediencia perfecta por parte de La Madre.
En eso consiste el llamativo ponerse de rodillas por parte de los hombres. Y reiteramos la invitación para continuar haciéndolo sin cejar, con esta clara conciencia, cada día, todos los días, sin soltarnos de la Mano del Señor, hasta que, cómo a Jacob, Él nos bendiga:
“Jacob respondió: «No te suelto hasta que no me hayas bendecido»”. Génesis 32, 27
Pasaje Bíblico y Textos de Referencia
A continuación, el pasaje bíblico completo del Segundo libro de las Crónicas (2 Crónicas 7, 1 – 22):
Los sacrificios de la Dedicación del Templo (1 Rey. 8. 62-66).
1 Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó la Casa, 2 y los sacerdotes no podían entrar en ella, porque la gloria del Señor llenaba la Casa del Señor.
3 Todos los israelitas, al ver que bajaba el fuego y que la gloria del Señor se posaba sobre la Casa, se postraron con el rostro en tierra sobre el pavimento, mientras adoraban y celebraban al Señor, "porque es bueno, porque es eterno su amor".
4 El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante del Señor.
5 El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 20.000 carneros. Fue así como el rey y todo el pueblo dedicaron la Casa de Dios.
6 Los sacerdotes ocupaban sus puestos, y los levitas tocaban los instrumentos musicales que había hecho el rey David para celebrar al Señor, "porque es eterno su amor". Mientras el mismo David alababa a Dios por medio de ellos, los sacerdotes tocaban las trompetas en el lado opuesto y todo el pueblo permanecía de pie.
7 Salomón consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor, ofreciendo allí los holocaustos y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que él había hecho no podía contener los holocaustos, la oblación y la grasa de los sacrificios.
8 En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta durante siete días. Se congregó una asamblea inmensa, venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto.
9 Al octavo día, tuvo lugar una asamblea solemne, porque habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y la Fiesta durante otros siete días.
10 El día veintitrés del séptimo mes, Salomón despidió al pueblo y ellos se fueron a sus campamentos, con el corazón desbordante de alegría por el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
Nueva aparición del Señor a Salomón (1 Rey. 9. 1-9).
11 Salomón terminó la Casa del Señor y la casa del rey, llevando así a cabo todo lo que se había propuesto hacer para la Casa del Señor y para su propia casa.
12 Entonces el Señor se apareció a Salomón durante la noche y le dijo: "He oído tu oración y me he elegido este lugar como Templo para los sacrificios.
13 Cuando yo cierre el cielo y no haya lluvia, cuando ordene a la langosta que devore el país, cuando envíe a mi pueblo la peste, 14 si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca.
15 A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar.
16 Y a partir de ahora, yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre resida en ella para siempre, mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.
17 En cuanto a ti, si caminas en mi presencia como lo hizo tu padre David, practicando todo lo que te mandado, observando mis preceptos y mis leyes, 18 entonces yo mantendré tu trono real, como se lo aseguré a tu padre David, cuando dije: ‘Nunca te faltará un descendiente que gobierne Israel’.
19 Pero si defeccionan y abandonan los preceptos y mandamientos que puse delante de ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos, 20 entonces los arrancaré de mi suelo, el que yo les he dado, arrojaré lejos de mi presencia esta Casa que consagré a mi Nombre, y la convertiré en objeto de burla y de irrisión entre todos los pueblos.
21 Y esta Casa, que fue tan magnífica, será motivo de estupor para todo el que pase junto a ella, a tal punto que se preguntará: ‘¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a esta Casa?’.
22 Y se responderá: ‘Porque abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron delante de ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’".
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