Si hay alguna particularidad que en estos momentos caracteriza a nuestra sociedad es precisamente la confusión, una notable e inmensa confusión. Este hecho no solamente envuelve a todo el ambiente social, político y religioso que nos rodea, sino que a su vez esta confusión humana y espiritual se ha convertido en algo parecido a un cáncer con metástasis que ha contaminado a todo el tejido social, incluido el religioso.
Para que podamos entender de qué estamos hablando, vamos a poner un simple ejemplo de a qué nivel de confusión hemos llegado. Este ejemplo procede del ámbito político en el que se han visto implicados dos personajes relevantes de la política internacional, los cuales, manifestando públicamente su confesión católica, no han tenido problemas en contradecir con su actitud la fe que dicen profesar, siendo lo más sorprendente que, Francisco, el actual responsable de la iglesia, no dudó en apoyar este escándalo.
El asunto consiste en que tanto Biden, actual presidente norteamericano, como Nancy Pelosi, que es la presidenta de la cámara de representantes de Estados Unidos, ambos se declaran católicos, pero apoyan abiertamente el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y un largo etcétera, todo esto en contra de lo dictado por el magisterio de la Iglesia, de manera que, sin ningún tipo de escrúpulos, ambos se acercan en la misa a recibir la sagrada comunión.
Ante esta actitud, el arzobispo de San Francisco declaró que prohibía comulgar a Nancy Pelosi en cualquiera de las iglesias de su diócesis. La sorpresa fue que Francisco, en vez de apoyar al arzobispo Cordileone, intervino personalmente desautorizándolo. Dicho de otra forma, Francisco apoyó un escándalo público de profanación de la Eucaristía por parte de Nancy Pelosi, humillando al arzobispo de san Francisco al desautorizarlo.
Pero no todo acaba aquí. El otro ejemplo, lo tenemos en el presidente de Estados Unidos que igualmente se declara católico, pero que está en la misma línea de Nancy Pelosi. En este caso, la respuesta de Francisco ha sido exactamente la misma que en el caso anterior. Joe Biden respalda abiertamente el aborto y otras aberraciones; por toda respuesta, Francisco ha dicho que Biden es un buen católico y que, por lo tanto, puede hacer lo que le da la gana.
El tema es tan grave, que si, por un lado, varios pastores norteamericanos han apoyado la acción del arzobispo de San Francisco, por otro lado, el cardenal masón de Washington, cardenal Wilton Gregory, afirma que él nunca negará la Eucaristía a Biden ni a Nancy Pelosi. ¿Qué quiere decir este enfrentamiento? Pues que, en estos momentos, hay suficientes evidencias como para afirmar que existen dos iglesias paralelas, la una frente a la otra. Dos iglesias con diferentes credos en cada una de ellas, las cuales, han surgido del interior de la milenaria iglesia católica en las últimas décadas.
Ante hechos como este, podemos decir que hubo situaciones parecidas durante la época de Lutero a mediados del siglo XVI, o también durante el cisma de Occidente a finales del siglo XIV, pero un estudio de esos hechos históricos no se aproximan al caos que estamos viviendo. En esos dos cismas históricos, había numerosas razones de naturaleza política, pero lo que estamos viviendo actualmente, la razón de fondo ya no es estrictamente política, sino simple y llanamente la total demolición de la iglesia, incluida toda la doctrina inspirada en el evangelio.
En el caso anterior de cómo un obispo sale en defensa de la doctrina de la iglesia no permitiendo la comunión de políticos abortistas, tenemos por el contrario otros que defienden esa profanación. ¿Qué sucede ante hechos como éste? ¿No hay más pastores que lo defiendan? Sí los hay, pero saben que, si salen en defensa de la doctrina, Francisco saldrá al escenario para hundir a dichos pastores, y tendrán mucha suerte si no los expulsa de sus diócesis. Jamás en la historia de la iglesia ha sucedido esto.
Como podemos ver, aquí no estamos ante una confusión entre personas que se declaran más o menos creyentes, sino que esta confusión alcanza el vértice más alto de la jerarquía de la iglesia; de manera que esa confusión se ha convertido en un cáncer con metástasis, el cual habiéndose extendido por toda la iglesia está destruyendo toda su estructura.
Ahora bien, esta situación, si queremos verla desde un enfoque político, esta apertura hacia la total confusión, todos sabemos que comenzó hace ya unas cuantas décadas, con una tímida aceptación de la ley del aborto, seguida, casi inmediatamente, por el apoyo social a la homosexualidad.
¿A partir de qué momento se inició este camino hacia el abismo? Este tema surgió hacia mediados de los años 70, cuando el Departamento DMS III en Estados Unidos, incluía la homosexualidad dentro de los trastornos psico-sexuales. Cambió de opinión cuando los piquetes del “gay power” invadieron la sede de la Asociación psiquiátrica norteamericana, presionando para “eliminar” de dichos trastornos la palabra homosexual. Y fue en 1973, cuando la palabra “homosexual” salió del listado de trastornos psicológicos del DSM III de Estados Unidos, debido a las fuertes presiones políticas que se recibieron.
Pues bien, conviene recordar que esta imposición de la homosexualidad fue paralela a la ley del aborto, de manera que desde ese período hasta el presente, que se inició como una campaña política en el estado de California, acabó justificándose todo por razones incluso éticas. ¿Cómo ha finalizado todo eso? Pues ha culminado aceptándose todo como un derecho social de ciertas minorías, las cuales han impuesto por ley a la sociedad todo tipo de aberraciones morales que, además del aborto y la homosexualidad, incluyen la transexualidad, la eutanasia, la pederastia, la destrucción de la familia, la perversión sexual de los niños y jóvenes, manipulación genética, y así un largo etc.
A partir de aquí, lo que reviste especial gravedad, en ese apoyo social al aborto y la homosexualidad, consiste en que todo esto ha ido evolucionando hasta convertirse en una forma de pensar normal de las personas y, esta degradación en la forma de pensar, ha llevado a que socialmente también se acepten comportamientos perversos.
Ahora bien, a todo esto que estamos analizando, conviene recordar que esta confusión, la cual se inició en el plano político, con el paso de una pocas décadas, también es observable entre la jerarquía de la iglesia, alcanzando esta confusión a los fieles en general. Y lo más asombroso de todo esto, radica en que este proceso ha contaminado a la misma ciencia.
Visto de forma general este conflicto que no solo es de naturaleza moral y ética, sino sobre todo espiritual, nos lleva a pensar que hay razones suficientes para pensar que este proceso de degradación ética y moral que vemos en la sociedad, puede responder a un plan para conseguir el control total y absoluto de la humanidad.
Por poner un ejemplo, hace poco leía las declaraciones de la doctora Ana Milacea, de origen rumano. Describiendo el control sanitario que hemos padecido durante los dos últimos años, afirma lo siguiente:
”La tecnología de las vacunas es mucho más avanzada de lo que imaginamos y tiene el objetivo de controlar nuestros pensamientos”. Y sigue diciendo “Estamos no solo ante una guerra espiritual, sino también ante una guerra tecnológica, biológica y mental en una lucha por la supervivencia de la raza humana”.
Nos encontramos, por lo tanto, que el problema ya no solo es de naturaleza religiosa, sino también científica, en cuanto que la ciencia, se ha unido a este engaño mundial, afirmando, por ejemplo, que no hay dos géneros, hombre -mujer, sino pluralidad de géneros, la cual, incluye también la transexualidad.
Cuando llegamos a este punto, podemos percibir que hemos entrado en un espacio donde no hay nada claro, sino todo lo contrario, ya no encontramos límites para nada, sino que todo es difuso, todo es extraño, todo es anómalo. Es entonces cuando hemos alcanzado el mayor nivel de degradación moral que existe, no es otro que la perversión de la inteligencia. Sin embargo, conviene matizar que una vez que llegamos a este nivel de perversión de la inteligencia humana, ya no estamos ante un problema de naturaleza ética, sino espiritual, y es entonces cuando esta perversión de lo más noble del ser humano que es la inteligencia, comprendemos que esto solo puede tener un origen satánico.
Esta perversión de la inteligencia, que afecta incluso al ámbito científico, habiendo contaminado a toda la cultura occidental, se ha infiltrado incluso en el interior de la propia iglesia. Esta degradación moral conocida como relativismo, consiste en que no existen verdades inmutables, sino que todo es opinable y como no todos están de acuerdo, se procede a una votación de manera que, quien tenga más votos, es el que tiene la verdad.
Pues bien, este espíritu de confusión donde ya no existen verdades, sino solo opiniones, es observable en el interior de la iglesia, habiéndose instalado este espíritu de profanación, en la propia doctrina de la iglesia. Es decir, no estamos hablando de una situación de cierto desconcierto motivado por presiones culturales de los grandes medios de comunicación, que son quienes imponen ciertas normas y costumbres sociales e ideológicas; no, nada de eso.
Lo que estamos contemplando, se trata de un problema que, pertenece al orden sobrenatural y, que tiene su origen en una inteligencia muy superior a la capacidad de comprensión humana. Este espíritu de confusión, que procede de un ser inteligentísimo del más alto rango dentro de la jerarquía satánica, es el que se ha infiltrado entre la más alta jerarquía de la iglesia, lo cual, no solo provocará una división total en forma de Cisma, sino también la práctica desaparición de la misma iglesia.
Este espíritu de confusión que observamos, no solo se manifiesta en una especie de pelea tabernaria entre la jerarquía de la iglesia, sino que también se ha extendido entre los fieles, quienes intentan imponer su razón acusándose unos a otros. Se cumple, por lo tanto, no solo la exactitud de las profecías que documentan esta desintegración de la iglesia histórica, sino también el cumplimiento del profeta Oseas, cuando afirma que “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”.
Entonces, ¿dónde está la raíz de este problema de confusión? La respuesta podemos resumirla en que la jerarquía actual de la iglesia se niega a aceptar la validez del evangelio. Esta es la base del cisma actual de la iglesia, y es la base de la confusión. Toda la doctrina de la iglesia, toda la tradición y todo el magisterio, se fundamenta en lo que está escrito en el evangelio.
Pues bien, para finalizar quiero advertir que, la confusión actual, es simplemente una anécdota comparada con lo que viviremos en breve espacio de tiempo. Veremos caer a gente muy preparada; caerán obispos, sacerdotes, teólogos, caerán religiosos consagrados, caerán también profesionales, también muchos fieles, incluidas personas virtuosas y santos. ¿Y todo eso por qué? ¿Cómo es posible tode eso? Pues todos ellos caerán porque se dejarán llevar por un nuevo evangelio basado en la razón, en la ciencia y en el engaño de quien se presentará ante el mundo haciendo creer que viene de Dios.
Dicho en pocas palabras, caerán todos aquellos que olvidaron el verdadero evangelio, dejándose llevar por uno nuevo que no ha sido inspirado por el Espíritu de Dios, sino por este espíritu de confusión que sustituirá a la doctrina milenaria de la iglesia.
Conviene recordar que, esta confusión, este Cisma que ya está enquistado dentro de la iglesia, llegará a proclamar públicamente que los textos escritos en las sagradas Escrituras, se escribieron para engañar a la humanidad; y también se llegará a proclamar públicamente que los Mandamientos de Dios fueron dictados para someter la voluntad del hombre y, que actualmente, esos mandamientos ya no tienen ninguna validez porque condicionan la libertad humana.
Y no todo acabará ahí, sino que la misma iglesia, proclamará igualmente que, el llamado pecado, es solamente un instinto natural al que no hay que darle mayor importancia. Y cuando llegado el momento en que se proclame finalmente que la iglesia fue creada como una institución para manipular y someter a toda la razana humana, veremos entonces cómo todo se vendrá abajo, contemplando la mayor apostasía y angustia que la humanidad jamás ha conocido ni conocerá.
¿Quiénes sobrevivirán a esa espantosa catástrofe? Solo sobrevivirán los que lleven el verdadero evangelio en su corazón. Solo ellos no se dejarán engañar por nadie.
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Tema: “Un espíritu de confusión”
Profesor: Damián Galerón
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